martes, 30 de mayo de 2017

Práctica 9. La educación en 2030


Lo logramos



Lo logramos amigos, hoy por fin puedo ejercer mi profesión con la mayor de  las alegrías, hoy puedo decir que soy filóloga y docente y, lo más importante, que enseño, educo, formo, sin importar nada más. Creedme, hace quince años pensaba que me convertiría en una funcionaria más, subyugada al peso de la administración, agotada de pelear con un sistema que me impedía -paradójicamente– ejercer mi profesión como Dios (mi vocación) manda. Pero todo cambió. ¿Sabéis que ocurrió? Una revolución en masa, un parón educativo como jamás se había visto en la historia. España, por fin, se reveló. 

En 2023 la situación en el panorama educativo español estaba fatal amigos, ¿lo recordáis? La educación se había convertido en una mercancía más gestionada por el primer hombre trajeado de turno que sabía de todo menos de educación. Miles de niños se amontonaron en aulas de dimensiones similares a las de una caja de cerillas, aulas que no recogían las condiciones necesarias –mejor dicho humanas– para poder dar clase. Las subvenciones que el Estado otorgaba desaparecieron del mapa, solo aquellas familias que de verdad tenían una muy buena economía eran capaces de mantener una educación decente para sus hijos. Por no hablar de las universidades, cuyas facultades de Filosofía, Filología, Historia, Humanidades en general, quedaron vacías debido a una formación eminentemente científico-tecnológica que terminó por convencer a la gente de que en el ámbito humanístico no había sino miseria y hambre. Por Dios, aquello parecía una escena esperpéntica equiparable a las de la gran obra de Valle-Inclán. Era una situación insostenible, especialmente para los que amamos las letras y amamos enseñar las maravillas que estas encierran. Pero esto solo era el preludio de algo muy grande.

Como si se tratase de un ejército adiestrado por los mismísimos Vengadores de Marvel, todos los docentes de universidades, de institutos y de colegios; de públicos, privados y concentrados; de ciencias y de letras –esos dos frentes que los burócratas estaban intentando enfrentar para diluirnos a los humanistas y los artistas–, alzaron sus tizas en señal de protesta, salieron a las calles, vaciaron las aulas y llenaron las ciudades de toda España de alumnos, docentes, padres y madres reivindicando un cambio de gestión en la Educación que les permitiera a los profesores y maestros disfrutar de su ejercicio como tales y a los estudiantes de una buena formación. Los centros quedaron vacíos y las calles repletas y hasta que el Gobierno no accedió a negociar, no se restableció el orden.

Así fue cómo alumnos y docentes unidos consiguieron lo que tanto estábamos deseando: una Ley Orgánica estable que no cambiase en función del gobierno de turno, subvenciones para las instalaciones de los centros, recursos materiales para ofrecer las mismas posibilidades a todos los estudiantes, recursos para la formación continua de los docentes en innovación y mejora de la docencia, equipos administrativos integrados en la actividad de los centros en cualquiera de los niveles educativos para que los docentes puedan dejar los papeleos –con total confianza y seguridad­– en sus manos y poder dedicarse por entero a su función, la enseñanza, y un largo etcétera.

En cuanto a esa intentona por acabar con la formación en el ámbito de las Humanidades, queridos amigos, también vencimos. Las facultades de letras de las universidades españolas volvieron a llenarse de vida, como si retrocediéramos al maravilloso Siglo de Oro. Recuperamos horas para la enseñanza de materias relacionadas con la Historia, la Literatura y la Filosofía. Dios mío, ¿podéis creeros que os habían quitado la posibilidad tan siquiera de estudiar Filosofía en Bachillerato? ¿Y que terminaron por aniquilar también una asignatura tan importante como Literatura Universal? ¡Qué disparates hicieron! Pero vencimos a los hombres trajeados y hoy tenemos itinerarios que habían sido ya erradicados y que ofrecen asignaturas optativas como Cultura Clásica, Teatro Contemporáneo, Historia del Arte, Historia del Mundo Contemporáneo, Griego, Latín, Filosofía… 

Por eso queridos amigos, queridos alumnos míos, os digo que jamás hay que dejar de pelear. Las normas si no están para romperse están, por lo menos, para cuestionarse. Hoy disfrutáis por fin de una enseñanza de calidad y de un sinfín de posibilidades para elegir vuestra formación, sea en el ámbito que sea. Hoy por fin lo hemos logrado. Ahora es nuestro deber defender y mantener lo que el ejército de docentes, alumnos, padres y madres consiguió, hoy es nuestra misión cuidar la Educación.


No hay comentarios:

Publicar un comentario