Lo logramos
Lo logramos
amigos, hoy por fin puedo ejercer mi profesión con la mayor de las
alegrías, hoy puedo decir que soy filóloga y docente y, lo más importante, que
enseño, educo, formo, sin importar nada más. Creedme, hace quince años pensaba
que me convertiría en una funcionaria más, subyugada al peso de la
administración, agotada de pelear con un sistema que me impedía
-paradójicamente– ejercer mi profesión como Dios (mi vocación) manda. Pero todo
cambió. ¿Sabéis que ocurrió? Una revolución en masa, un parón educativo como
jamás se había visto en la historia. España, por fin, se reveló.
En 2023 la
situación en el panorama educativo español estaba fatal amigos, ¿lo recordáis?
La educación se había convertido en una mercancía más gestionada por el primer
hombre trajeado de turno que sabía de todo menos de educación. Miles de niños
se amontonaron en aulas de dimensiones similares a las de una caja de cerillas,
aulas que no recogían las condiciones necesarias –mejor dicho humanas– para
poder dar clase. Las subvenciones que el Estado otorgaba desaparecieron del
mapa, solo aquellas familias que de verdad tenían una muy buena economía eran
capaces de mantener una educación decente para sus hijos. Por no hablar de las
universidades, cuyas facultades de Filosofía, Filología, Historia, Humanidades
en general, quedaron vacías debido a una formación eminentemente científico-tecnológica
que terminó por convencer a la gente de que en el ámbito humanístico no había
sino miseria y hambre. Por Dios, aquello parecía una escena esperpéntica
equiparable a las de la gran obra de Valle-Inclán. Era una situación
insostenible, especialmente para los que amamos las letras y amamos enseñar las
maravillas que estas encierran. Pero esto solo era el preludio de algo muy
grande.
Como si se
tratase de un ejército adiestrado por los mismísimos Vengadores de Marvel, todos
los docentes de universidades, de institutos y de colegios; de públicos,
privados y concentrados; de ciencias y de letras –esos dos frentes que los
burócratas estaban intentando enfrentar para diluirnos a los humanistas y los
artistas–, alzaron sus tizas en señal de protesta, salieron a las calles,
vaciaron las aulas y llenaron las ciudades de toda España de alumnos, docentes,
padres y madres reivindicando un cambio de gestión en la Educación que les
permitiera a los profesores y maestros disfrutar de su ejercicio como tales y a los estudiantes de una buena formación. Los centros quedaron vacíos y las calles
repletas y hasta que el Gobierno no accedió a negociar, no se restableció el
orden.
Así fue cómo alumnos y docentes unidos consiguieron lo que tanto estábamos deseando:
una Ley Orgánica estable que no cambiase en función del gobierno de turno,
subvenciones para las instalaciones de los centros, recursos materiales para
ofrecer las mismas posibilidades a todos los estudiantes, recursos para la
formación continua de los docentes en innovación y mejora de la docencia, equipos
administrativos integrados en la actividad de los centros en cualquiera de los
niveles educativos para que los docentes puedan dejar los papeleos –con total
confianza y seguridad– en sus manos y poder dedicarse por entero a su función, la enseñanza, y un largo etcétera.
En cuanto a esa
intentona por acabar con la formación en el ámbito de las Humanidades, queridos
amigos, también vencimos. Las facultades de letras de las universidades
españolas volvieron a llenarse de vida, como si retrocediéramos al maravilloso
Siglo de Oro. Recuperamos horas para la enseñanza de materias relacionadas con
la Historia, la Literatura y la Filosofía. Dios mío, ¿podéis creeros que os
habían quitado la posibilidad tan siquiera de estudiar Filosofía en
Bachillerato? ¿Y que terminaron por aniquilar también una asignatura tan
importante como Literatura Universal? ¡Qué disparates hicieron! Pero vencimos a
los hombres trajeados y hoy tenemos itinerarios que habían sido ya erradicados y
que ofrecen asignaturas optativas como Cultura Clásica, Teatro Contemporáneo,
Historia del Arte, Historia del Mundo Contemporáneo, Griego, Latín, Filosofía…
Por eso
queridos amigos, queridos alumnos míos, os digo que jamás hay que dejar de
pelear. Las normas si no están para romperse están, por lo menos, para
cuestionarse. Hoy disfrutáis por fin de una enseñanza de calidad y de un sinfín
de posibilidades para elegir vuestra formación, sea en el ámbito que sea. Hoy
por fin lo hemos logrado. Ahora es nuestro deber defender y mantener lo que el
ejército de docentes, alumnos, padres y madres consiguió, hoy es nuestra misión
cuidar la Educación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario